Bueno, en las entrañas de este blog, en un sitio llamado borrador, me he encontrado un texto hace meses comenzado, y nunca terminado. Aquí lo resucito para ver si merece la pena que mis manos terminen lo que aún residen mi cabeza.
Si, era una mañana como otra cualquiera, aburrida y triste, como son la mayoría de las mañanas de invierno en el norte.
Paseaba tranquilamente cerca del mar cuando sentí un fogonazo, un rayo que cruzó mis ojos cegándome.
Miré hacia el mar con la esperanza de ver una luz mágica filtrándose entre las nubes, pero no había sol, seguía nublado. Gire a mi alrededor para ver cuál era el motivo de aquel chispazo cegador, y allí la vi. Se alejaba de mí con un contoneo de caderas de lo más singular, con su larga melena rubia al viento.
¿Cómo podía una persona emitir ese destello que sentí durante un instante?
No lo sé, el caso es que me quede pegado a ese baile de caderas, era un movimiento rítmico, y yo diría salvajemente ancestral. Parecía salido de una fantasía mezcla de las mil y una noches y de una danza tribal africana.
La seguí con los ojos como se alejaba, y de repente me di cuenta que se mantenía la distancia. Inconscientemente yo había empezado a caminar siguiendo la estela invisible que dejaban su ondular.
No podría decir el tiempo que pasó. Simplemente me deje llevar, atraído, y curiosamente sin esa sensación de nerviosismo que sientes cuando piensas que la persona observada se puede girar y pillarte. Nada importaba, simplemente seguir esa visión valía cualquier riesgo.
Se fue alejando por un camino que nos apartaba de la civilización, adentrándonos sin salir de la carretera en la espesura de un bosque.
¿Sería una trampa? ¿Ese embrujo que me atraía sería causado por la famosa bruja Mari? No podía ser, ya que dudo mucho que Mari se aleje de su posada en el Amboto para buscar a un simple mortal.
Tras un largo paseo, se abrió un claro y apareció una pequeña fortaleza, tal como pude observar fuertemente guardada por unos vigilantes feroz aspecto y mirada animal. Me quedé en la sombra viendo como esas caderas se dirigían al portón para entrar en el interior del castillo.
Y tras perderla de vista, allí me quedé, pensativo, intrigado. Había seguido a un ser, que puede que fuese maravilloso, sin darme cuenta de cómo era. Simplemente que era rubia, y que poseía unas caderas hechizantes.
Estuve un rato con la esperanza de que apareciese y poder verla, pero no hubo forma. Así que me aleje lentamente pensando que tenía que verla, sentir como era, aunque para ello tendría que recurrir a mi más lejano pasado y hacer resucitar mi más oscura sombra.
Llegué a casa y rápidamente busque en internet cuando se produciría el instante en que podría actuar. Mañana, sería mañana. Un largo día de espera me aguardaba, y aún así quizás no fuese posible llevar a cabo el plan si el tiempo me lo impedía...